El escándalo sobre las mentiras que justificaban la guerra revela la agenda imperialista de Washington
El imperio desenmascarado

15 de augusto de 2003

EL ESCÁNDALO sobre la reclamación fraudulenta de George W. Bush sobre esfuerzos iraquíes para desarrollar armas nucleares desvela la mentira más grande de todas las mentiras de Washington--que su guerra ten'ia que ver con algo que no era el petroleo y el imperio. Y ahora las críticas contra Bush están en aumento--a pesar de los mejores esfuerzos de la Casa Blanca para sacarlo del fuego.

Los jefes militares de Washington han sido desvelados como personas dispuestas a decir y hacer cualquier cosa para llevar a cabo su impulso de dominar el mundo--hasta los medios de comunicación mansos americanos finalmente se están haciendo caso del ultraje en el mundo entero. Las armas de destrucción masiva y los presuntos programas nucleares eran siempre una cubierta para los objetivos verdaderos de Bush--reforzar el poder estadounidense a través de captar las segundas reservas más grandes de petrole en el mundo.

Pero el control del petroleo no es un fin en sí mismo. Los halcones de la administración de Bush lo reconocen como uno de los medios de alcanzar los objetivos presentados el año pasado en el documento intitulado "Estrategia de Seguridad Nacional"--la prevención de la aparición de cualquier rival estratégico en Europa o Asia. En otras palabras, la guerra es una consecuencia del sistema imperialista mundial--un sistema dominado por EE UU, pero que también incluye los grandes poderes en Europa Occidental y Japón.

La competencia entre los poderes imperialistas era la razón verdadera de la fricción entre EE UU y Europa sobre la guerra de Irak--no el aparente rechazo del gobierno francés de ensuciarse las manos, como decían los derechistas norteamericanos. De hecho, soldados franceses hoy imponen el orden del imperialismo mundial en el este del Congo y en la Costa de Marfil en África--bajo capa de"la pacificación." Estas llamadas "intervenciónes humanitarias" esconden lo que realmente está en juego--el esfuerzo de Francia para conservar su papel como la fuerza dominante en las partes de su antiguo imperio colonial que son ricas en recursos naturales.

Asimismo una intervención posible estadounidense en Liberia no será motivada por la preocupación por el sufrimiento causado por la guerra civil. Washington creó las condiciones para la matanza en Liberia durante los años 1980 cuando apoyó la dictadura del Sargento Samuel Doe, cuyo gobierno represivo proveyó la Agencia Central de Información de una base africana en sus esfuerzos de desestabilizar Libia y detener los movimientos de liberación nacional en África del Sur.

Desde entonces, EE UU han buscado "la estabilidad" en la región através de su apoyo a las "fuerzas de pacificación" lideradas por nigerianos--hasta el punto de bendecir la toma de poder del jefe militar Charles Taylor en Liberia. Si ahora EE UU han dado la vuelta contra Taylor, es porque la guerra amenaza con desestabilizar una región rica en el petroleo que es cada vez más importante para la economía estadounidense.

Por eso se equivocan las personas que piden una intervención estadounidense en Liberia--incluso por razones humanitarias. El Pentágono que intervendría en Liberia es el mismo que se irrumpió brutalmente en Irak y que hoy rige con una mano de hierro. Apoyar la idea de una intervención militar "humanitaria" sólo da a EE UU más cubierta política para conducir su próximo "ataque preventivo."

La administración de Bush puede decidir que África no es suficientemente importante para intervenir decisivamente. Pero uno puede asegurarse de que Irán, con su posición estratégica y sus reservas inmensas del petroleo, permanecerá un objetivo.

Detrás de "la guerra contra el terrorismo"--que va a perdurar decenios, según la Casa Blanca--está la dinámica del sistema mundial capitalista. El capitalismo se basa en la competencia--en una economía global dominada por un pequeño número de multinacionales gigantescas, y en que las rivalidades económicas producen la competencia política, y, en la última instancia, la competencia militar entre estados-naciones también.

Los capitalistas de los países avanzados comparten un interés en explotar los estados más débiles y más pequeños a través de lkos "préstamos" y los programas de "ajuste estructural" empujados por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Pero los poderes imperialistas se compiten entre sí también, tanto económicamente como políticamente, sino aún militarmente.

Los argumentos entre EE UU y Europa sobre las tarifas de acero, por ejemplo, y la guerra de Irak, son dos lados de la misma moneda--la lucha entre una pandilla de hermanos hostiles, como Marx llamó la clase capitalista. Todo esto ha convertido al mundo en un lugar aún más inestable--con más guerras para venir como consecuencia de la ofensiva estadounidense para la dominación global. Los activistas del movimiento antiguerra en EE.UU. tienen que usar el escándalo de la guerra de Irak para construir un movimiento que opondría al proyecto entero del imperialismo estadounidense.

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