BRASIL
Huelguistas rechazan ataques a los jubilados
Lula traiciona a su base

Por Héctor Reyes | 15 de agosto de 2003 | Página 3

EN OCTUBRE pasado el pueblo brasileño eligió por primera vez en su historia a un miembro del Partido de los Trabajadores (PT) como presidente, a Luís Inácio "Lula"da Silva. Su victoria fue celebrada por los trabajadores y los pobres brasileños como el comienzo de un nuevo rumbo para el país tras una década de medidas neoliberales devastadoras.

Hoy, a tan sólo siete meses desde que Lula asumió la presidencia las ilusiones en cambios que beneficien al pueblo trabajador han sido duramente golpeadas por las acciones de éste.

No solo las ilusiones fueron golpeadas pero también los trabajadores que se encuentran en huelga contra el gobierno de Lula, oponiéndose a los intentos de éste de debilitar el sistema de seguridad social. En un intento por desviar los fondos del gobierno para pagar la deuda externa que llega a los $250 mil millones--siguiendo las prescripciones del Fondo Monetario Internacional (FMI)--el PT se ha propuesto el instrumentar una serie de cambios en el sistema de pensiones para trabajadores jubilados.

Alegando un ahorro de $17 mil millones durante los próximos 20 años, Lula ha propuesto legislación dirigida a aumentar la edad de retiro por siete años (de 48 a 55 años para las mujeres y de 53 a 60 años para los hombres) a los servidores públicos, además de imponer un impuesto de 11 por ciento sobre los estipendios de retiro y un limitarlos a un máximo de $828 mensuales.

La legislación conocida como PEC 40 es muy similar a la propuesta por el anterior gobierno de Fernando Henrique Cardoso, la cual fue derrotada por una masiva oposición por parte de los trabajadores, sus sindicatos y una coalición de partidos entre los que se encontraba el PT. La respuesta de los trabajadores ha sido significativa dado que la confederación que aglutina al grueso de los sindicatos brasileños, la CUT, es aliada del PT.

Desde el 8 de julio cientos de miles de empleados públicos se han tirado a la huelga por todo el país. Esto incluye a trabajadores de los sistemas de justicia y de salud, a maestros, y a profesores universitarios. Hasta los jueces de todo tipo amenazaron con irse a la huelga a principios de agosto--algo sin precedente en la historia del país.

El 6 de agosto 70,000 trabajadores rodearon el edifico del Congreso en la ciudad de Brasilia después de que la Cámara Baja aprobara una versión ligeramente modificada del PEC 40. Cuando intentaron entrar al área reservada para el público en el edifico fueron confrontados por la policía militar que agredió e hirió a varios de ellos por segunda vez en una semana.

Además del PEC 40, Lula está proponiendo cambios en el sistema tributario para forzar a los diferentes estados brasileños a contribuir al pago de la deuda--otra concesión del antiguo líder sindical al FMI, quien también ha reculado en su anterior oposición al ALCA, el tratado de libre comercio que EE.UU. quiere empujarle a América Latina. Sin embargo, las expectativas de cambio de los sectores populares brasileños todavía persisten.

Los trabajadores rurales agrupados en el poderoso Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) han expresado numerosas quejas sobre la lentitud del gobierno para implementar una reforma agraria que atienda a sus necesidades. Pero estos no sea han quedado de brazos cruzados y han arreciado su campaña de ocupaciones de terrenos baldíos, como dice uno de sus líderes, João Pedro Stédille, " para ayudar a Lula a mantener sus promesas".

Por su parte, los terratenientes de inmensos latifundios en Brasil han mantenido y arreciado una campaña de violencia--a través de milicias privadas--que ha resultado en la muerte de docenas de militantes del MST por todo el país. Y descaradamente están exigiéndole al gobierno de Lula que arreste a los líderes del MST.

Desafortunadamente, Lula y el PT han consumado el giro que comenzaron hace varios años en que progresivamente fueron desechando las metas de justicia social y control obrero sobre las que se fundó el PT. Tornándose cada vez más "pragmáticos", Lula y otros líderes del PT decidieron que su rol sería la administración del capitalismo brasileño con una "cara humana".

Por eso Lula accedió a "trabajar" con el FMI, ha jugar el juego del ALCA y hasta escogió como su candidato a vicepresidente a un magnate textil. "Nos sentimos traicionados", dijo la trabajadora jubilada del Congreso, Maria Julia Rabello de Moura, durante una protesta contra el PEC 40. "Estate seguro que habrá un costo político para el gobierno. La gente está furiosa".

Cantidades cada vez mayores de trabajadores y pobres brasileños están llegando a la conclusión de que Lula los ha traicionado, y de que su futuro está, no en las manos de Lula, pero en sus propias manos--a través de sus propias luchas y organización. O tenemos verdaderamente un gobierno de los trabajadores, por los trabajadores, o tenemos engaño, saqueo y traición. Esto es lo que está en juego en Brasil, y en el resto del mundo.

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