Suicidio de presos en la prisión estadounidense
En Guantánamo se ha perdido toda esperanza

Por Nicole Colson | septiembre-octubre de 2006

TRES PRESOS del recinto carcelario estadounidense de la bahía de Guantánamo, en Cuba, se quitaron la vida a principios de junio. Pero lo que preocupa al gobierno estadounidense, es que sus suicidios fueron un acto de agresión contra Estados Unidos.

“Eran simpáticos, creativos, estaban muy comprometidos” declaraba, tras el suicidio de los presos, el contralmirante, Harry B. Harris, Jr., jefe de Guantánamo. “No respetaban la vida, ni la nuestra ni la suya propia. Creo que no fue un acto de desesperación sino un acto de guerra desigual contra nosotros”.

Los prisioneros, dos saudíes y un yemení, se dice que se encontraban en el “Camp One”, la zona de mayor seguridad de Guantánamo, reservada para quienes Estados Unidos considera “lo peor de lo peor”, Fueron descubiertos a primeras horas de la mañana, aparentemente, tras haberse ahorcado con sábana y ropas.

Uno de ellos, de 22 años, Talal Abdulah Yahya al-Zahrani, tenía sólo 17 años en 2001 cuando se le recluyó en Guantánamo.

Según los abogados defensores, se han producido docenas de intentos de suicidio en los cuatro años de vida del Campo de prisioneros, pero hasta la fecha ninguno había tenido éxito. En agosto de 2004, en sólo ocho días, por ejemplo, 24 presos intentaron ahorcarse o estrangularse, y de esos intentos en su sólo día se produjeron 10.

Las huelgas de hambre son ahora algo habitual en el recinto. A principios de este mes, al menos 89 presos participaron en la última de estas protestas que, según los abogados, se alimentan por las condiciones de la prisión con sus brutales interrogatorios y detenciones indefinidas.

Abogados y antiguos presos afirman que los intentos de suicidio son actos desesperados ante la situación de limbo legal en la que se mantiene a los detenidos.

“No existe esperanza alguna en Guantánamo”, ha declarado a la Associated Press Shafiq Rasul, un británico liberado, que hizo huelga de hambre mientras estuvo encarcelado para protestar por las palizas. “Lo único que tienes en la mente día tras día es cómo conseguir que se haga justicia o suicidarte. Es la desesperación lo que te consume allí y no el pensar en el martirio.”

Bill Goodman, director jurídico del Center for Constitutional Rights ha declarado al New York Times que “La absoluta e insuperable falta de voluntad del gobierno de Bush para facilitar que se haga justicia a esos hombres es la causa fundamental de estas tragedias. Todos nosotros tenemos la impresión de que esos hombres cada vez tienen menos esperanza. Existe un sentimiento generalizado y creciente de desesperación.

Pero el Pentágono y la administración Bush se ventilan los intentos de suicidio como simples trucos de los “terroristas” para ganarse la compasión de la gente. De hecho, oficialmente se los califica de “comportamiento manipulador y autodestructivo”.

Tras los suicidios consumados este mes, Colleen Graffy, vicesecretaria de Estado para Asuntos Diplomáticos, pareció poco “diplomática” al declarar al noticiario de la BBC que los suicidios eran “ una buena operación de relaciones públicas para llamar la atención”, añadiendo que formaban parte de una estrategia y “una táctica para continuar con la yihad”.

Desde que los presos tienen acceso a abogados, reciben correo y tienen la posibilidad de escribir a sus familias- continuó-, resulta difícil comprender por qué no han protestado sobre su situación sirviéndose de “otros” métodos.

Pero desde que, hace cuatro años, Guantánamo comenzó a acoger prisioneros de la “guerra contra el terrorismo” estadounidense, activistas por los derechos humanos, abogados y presos han protestado continuamente por el brutal trato que Estados Unidos les ha infligido.

Desde métodos de interrogatorio que incluyen maltratos extremos físicos y psicológicos --humillaciones sexuales y burlas asfixiantes-- hasta las reveladas profanaciones del Corán llevadas a cabo por los guardianes, pasando por la brutal alimentación forzosa, los prisioneros han sufrido maltratos bien documentados a manos de sus carceleros.

Precisamente, el mes pasado, El Comité de Naciones Unidas contra la Tortura hizo un llamamiento para que se cerrara Guantánamo, en parte por los efectos negativos que la prolongada detención y los inhumanos interrogatorios a los que se somete a los detenidos tienen sobre su salud física y mental.

Actualmente, se estima que 460 presos siguen en el recinto, algunos de los cuales tenían menos de 18 años cuando se los llevó a Guantánamo, lo que constituye una clara violación de la legislación internacional. Hasta la fecha, sólo diez de ellos han sido acusados de algún delito y se les ha comunicado que tienen que comparecer ante un tribunal militar.

Traducido del inglés por Felisa Sastre. Les agradecemos a Felisa Sastre y los compañeros de La Haine por enviarnos esta traducción.

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