Por qué el socialismo es necesario

octubre-noviembre de 2007 | página 3

EN UN mundo rodeado de pobreza y opresión y desbastado por la guerra TODD CHRETIEN nos explica porqué debemos tomar parte en la lucha por una nueva sociedad.

Todd es integrante de la Organización Socialista internacional (ISO) y fue candidato en el a_o 2006 al senado de los EE UU por el partido Verde en el estado de California.

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SI UD. está leyendo este artículo, es más que probable que piense que el mundo está patas para arriba.

No le entra en la cabeza que Bush sea presidente, y es más, seguro que habrá comprado uno de esos calendarios que cuentan por lo que falta para que se vaya (511 días, 510 días, 509 días, etc.).

Estará tocando madera, haciendo tripas corazón o cruzando los dedos de que no sea tan torpe de atacar a Irán. También sabe ahora que ni aun borracho debe apostar por dinero a que Bush no hará cosas estúpidas. Lo primero que le viene a la mente cuando ve una foto de Bush seguro que rima con hijo de su madre.

Quienquiera que sea elegido nuevo presidente Ud está casi seguro que peor que Bush, imposible, A estas alturas tiene una sensación amarga en el estómago, las posibilidades de que cambien las prioridades del sistema que lo tiene a mal traer son escasas.

Si tuviera que hacer una lista de los problemas más importantes que aquejan al mundo, no sabría en que orden colocarlos pero sí cuales incluiría en el paquete: la ocupación de Irak, el recalentamiento del planeta, los 2 millones de presos en la cárceles de EE UU, el tratamiento desigual hacia las mujeres, las redadas contra las familias de inmigrantes, los 47 millones de personas sin cobertura médica, el gran capital empresario desbocado.

Lo peor de todo es sentir que algo se debería hacer para cambiar este desastre, pero la tarea pareciera tan abrumadora, que resulta difícil imaginar un resultado positivo.

Pero tranquilo, ud no está solo, millones de personas sienten lo mismo.

Lo bueno es que Bush y sus compinches andan a la deriva, y la marea republicana que nos inundó después de la caída de las torres, el 11 de septiembre, está cediendo. Cualquier encuesta seria nos muestra que decenas de millones de norteamericanos se inclinan hacia la izquierda en sus opiniones sobre Irak, cuidado de la salud, derecho al aborto, proteger al medio ambiente y derechos sindicales. Hoy por hoy ser un ejecutivo de gran empresa (CEO) o integrante del gabinete de Bush es considerado una cochinada.

Por otro lado, lo malo, es que los ricos y poderosos controlan aun los medios de comunicación, hacen y deshacen con sus dineros la “democracia norteamericana”, han equipado enormes ejércitos de policías, aumentado la prisiones y pisoteado las libertades y derechos civiles.

Hay una pregunta que salta de inmediato: ¿Qué podemos hacer al respecto? Veamos algunas ideas con las que podemos comenzar.

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El capitalismo no siempre existió

La mayor parte del tiempo desde que el ser humano trasciende la naturaleza, digamos unos 100.000 años, el hombre ha vivido en pequeñas y pacíficas comunidades, en donde la cooperación, mutua dependencia y colaboración fueron la base de subsistencia.

Digamos que es solo a partir de los últimos 5.000 años que el desarrollo tecnológico permitió que hubiera sobrantes de alimentos y otros productos más allá de las necesidades inmediatas. Primero fue la domesticación de animales y la agricultura, luego la industria y hoy en día las computadoras. Esta sobreproducción o excedente hizo posible que una pequeña minoría empezara a vivir a costa del trabajo de otros.

A fin de mantener sus privilegios, de no trabajar y disfrutar de la riqueza creada por otros, empezaron por crear cuerpos policiales de uno y otro tipo. Ya se con los esclavos de Grecia y la antigua Roma, los plebeyos aztecas, los siervos de Europa o los actuales trabajadores asalariados, es decir desde la aparición de la sociedad de clases, ha habido ricos y pobres o mejor dicho, es que hay ricos porque otros son pobres.

El capitalismo que empezó a desarrollarse en algunas comarcas de Europa hace unos quinientos años y solo en forma reciente terminó de borrar del planeta todo vestigio de antiguas sociedades autóctonas en donde existía la cooperación, no se diferencia del Imperio Romano, en donde los que trabajaban eran pobres y los que no, ricos. Julio César se sentiría muy a gusto si integraría el Senado norteamericano: en pocas palabras “como en casa”.

Sin embargo, el capitalismo es diferente. La despiadada competencia entre los ricos ha posibilitado avances tecnológicos nunca vistos, a niveles inimaginables en los primeros tiempos. Hoy en día cualquier multinacional controla más riqueza que el más rico de los faraones egipcios o emperador de la China.

De hecho, el capitalismo a creado tanta riqueza que no habría necesidad ni razón para que alguien en la tierra no tenga suficiente alimento, alojamiento, educación, asistencia sanitaria y satisfacción y plenitud en la vida.

Esto no era así ni siquiera hace cien años. Antes las hambrunas y las plagas se debían a que la agricultura era incapaz de producir suficientes alimentos si las condiciones climáticas eran perjudiciales durante uno o dos años. Las medicinas y los remedios no habían alcanzado el grado de desarrollo suficiente para permitir curar las enfermedades.

En la actualidad, las hambrunas y las plagas son causadas por los monopolios de la agroindustria y el gobierno norteamericano al acaparar alimentos o al subsidiar a los agricultores para que no siembren con el objeto de mantener alta las ganancias y los precios. Es para no creer que fortunas del orden de los 10.000 millones de lo que pagamos en impuestos sean usados todos los años a fin de sostener el precio de la leche, aun cuando en 20% de los niños norteamericanos viven bajo el nivel de pobreza.

Lo mismo ocurre con los laboratorios farmacéuticos. Un ejemplo: Los remedios contra el SIDA no son perfectos pero aun así pueden mejorar la calidad de vida de los infectados por el VIH, además de prevenir la propagación del virus. Sin embargo las grandes corporaciones farmacéuticas norteamericanas insisten en cobrar miles de dólares anuales por paciente por esas drogas imprescindibles.

¿Porqué? Lucro.

El gobierno brasilero a demostrado que se pueden fabricar las mismas drogas por solo el 10% del precio de lo que cobran las compañías estadounidenses. Estas compañías se amparan en leyes internacionales de “propiedad privada” y de “derechos de patentes” para que estas drogas de precio accesible no sean comercializadas en los mercados mundiales.

Todos los años las Naciones Unidas informan que alrededor de 6 millones de niños menores de 5 años mueren debido a la desnutrición o enfermedades fáciles de prevenir, en la mayoría de los casos debido a la proliferación de aguas contaminadas. En otras palabras, cada año, el capitalismo es responsable de la magnitud de un Holocausto en razón de su codicia y negligencia.

Y todo perfectamente legal. Bush podrá ser torpe como una mula, pero por lo general los grandes capitalistas y sus personeros han desarrollado numerosas artimañas para proteger sus puestos.

El racismo, sexismo, la discriminación contra los homosexuales y los inmigrantes, son una muestra del arsenal a su disposición. Los medios y los políticos del sistema apoyan estas ideas a más no poder.

Cuando estaba por comenzar la invasión a Irak, la mayoría de la opinión pública se oponía a la guerra. A fin de empezarla, Bush y sus secuaces republicanos como así también los más prominentes demócratas, lado a lado con Fox News y aun el New York Times, tuvieron que inventar y repetir a cara de piedra, una y otra vez, mentiras que ud recordará: armamentos de destrucción masiva; Saddam y la supuesta conexión con al-Qaeda; los musulmanes son irracionales, etc. Igual que en el libro escrito por Jorge Orwell, 1984 transformaron la mentira en verdad.

Vea como ahora los medios se ensañan con la película Sicko de Michael Moore. La CNN está trasmitiendo un informe en el que ataca a la película de Moore diciendo que es pura propaganda, a la vez que acepta millones de dólares en concepto de publicidad de las mismas compañías de seguros médicos (HMO) que el film critica. Una joyita de “periodismo objetivo”.

Utilizan la misma táctica para fomentar el sexismo, la homofobia y el racismo. Lamentablemente muy a menudo se salen con la suya en eso de dividir a dos para conquistar a cada uno, según palabras del abolicionista afro-norteamericano Fredrick Douglas.

En síntesis, los poderosos tratan de convencer a la gente para que odie a cualquier semejante de distinto grupo étnico al suyo, para que degrade a la mujer, para que culpe a los inmigrantes por la falta de trabajo y buenas oportunidades, y desviar así la atención y que no señalemos a los verdaderos culpables que nos explotan y oprimen a todos nosotros.

El capitalismo es fundamentalmente un sistema injusto que pone el lucho por encima de la gente.

Ud se sorprenderá al saber que muchas personas están perfectamente al corriente de esto, esa es la razón por la cual esta élite tiene que emplear tanto tiempo y esfuerzo en tratar que nuestras mentes se ocupen de otra cosa.

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¿Es posible un cambio?

De acuerdo, reconozco que el sistema es una porquería, dirá Ud, ¿pero se puede cambiar?

Desde antes de los tiempos de Jesús, de los que se conservan testimonios escritos, sabemos que a la gente no le gusta que la traten como basura.

La gente puede tolerar esta situación un corto o largo período, pero a la larga la injusticia da lugar a alzamientos y luchas.

Espartaco dirigió un alzamiento contra Roma; millones de campesinos desesperados en Francia derrocaron al rey; 100.000 ex esclavos se unieron al ejército de la Unión para contribuir a la derrota del sur esclavista; alrededor del mundo infinidad de mujeres lucharon para obtener el derecho al sufragio; judíos del Geto de Varsovia se alzaron en contra de los nazis y el pueblo palestino se niega a aceptar la ocupación.

Al igual que cualquier país del mundo la historia de los EE UU es la historia de la lucha contra los ricos y poderosos en pro de una sociedad más justa e igualitaria. A menudo estas luchas son derrotadas, pero todo progreso que festejamos como una mejora en nuestros derechos sindicales, se deben al hecho de que esas luchas marcaron importantes, aunque parciales, victorias.

La única razón de la abolición de la esclavitud, se debe a la guerra civil, aunque todavía sufrimos resabios de racismo.

Aun el salario mínimo, bajo y miserable como es en la actualidad, significa una conquista y es el resultado de la lucha de los trabajadores que junto a los sindicatos lucharon contra la avaricia de los grandes patrones.

A pesar de que el sexismo vergonzosamente continúa vigente, la única razón por la cual todavía el derecho al aborto se mantiene (aunque menguado en su alcance), y por consiguiente las mujeres pueden ir a estudiar o realizar cualquier tipo de trabajo, es consecuencia de la firmeza de hombres y mujeres en demanda de igualdad.

Y la única razón por la que Bush no ha invadido todavía a Irán, como también a Venezuela y algunos otros países, es porque el pueblo de Irak se ha levantado en defensa de su soberanía, porque los soldados empezaron a expresar sus posturas y millones de norteamericanos han tomado las calles poniéndole un freno.

Pero es para reírse la manera en que la historia de la lucha por los cambios se enseña en las aulas.

Aun cuando en la mayoría de los casos la vanguardia radicalizada fue el eje y motor principal en la organización para la justicia social, y solo las acciones de masas la que posibilitó toda victoria alcanzada, nos pretenden enseñar que a los políticos liberales es a quienes debemos acreditar los méritos, y por el contrario, las ideas y organizaciones más radicalizadas lo único que conseguían era distanciar a la gente.

Hoy se escucha por ejemplo que en los medios y el sector liberal del partido demócrata finalmente se opusieron a la guerra de Vietnam en 1968, y esa es la razón por la cual Nixon decidió el comienzo del retiro de las tropas en 1972. Es muy usual en nuestros días escuchar que el movimiento contra la guerra en los años 60 era “demasiado radical” y asustaba a la gente.

La realidad es que los socialistas, el nacionalismo negro de vanguardia y todo tipo de activistas progresistas fueron el corazón de los movimientos de masas de la década del 60, incluso del movimiento contra la guerra. Todos ellos machacaban, como bien dijo Muhammad Alí: “no tengo nada contra los vietnamitas” y el verdadero enemigo estaba dentro de nuestras fronteras. Ellos organizaron un poderoso movimiento que atemorizó a los políticos y los impulsó, a pesar suyo, a tomar medidas.

Al final de cuentas, el verdadero problema no era que el movimiento resultara demasiado radical, por el contrario, el problema era que no era lo suficientemente radical y poderoso. Terminó con la guerra pero dejó intacto el sistema que la provocó. Luego de 30 años el equivalente en árabe de Vietnam diríamos que es Irak.

Hoy millones se oponen a la guerra en Irak. Aunque los demócratas en el congreso no hagan nada para terminar con ella, tenemos que resolver como movilizar a la gente por las calles. Tenemos que contar y exponer ampliamente la creciente resistencia que hay dentro de las fuerzas armadas de EE UU, y dejar bien en claro, como hizo Alí con Vietnam, que no nos asiste ningún derecho en ocupar Irak.

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¿Qué tenemos los socialistas para proponer?

Desde una perspectiva socialista, partiendo de la base que la raíz misma de los problemas que enfrentamos es la división del mundo capitalista entre países ricos y pobres, no resuelve ni explica en forma automática todos los problemas,

Sin embargo nos provee de un marco general para saber a quien culpar. Descarta de esa manera estrategias basadas en que debemos confiar en las buenas intenciones de los ricos y poderosos para encontrar soluciones. Y nos señala estrategias que acentúan el potencial de la gente común para que se pongan de pie y luchen por sus intereses.

Carlos Marx definió al socialismo como la autodeterminación de la clase obrera. Lo que quiso decir es que cualquier cambio de base genuino puede ser solo el resultado de la lucha de masas. Esto es necesariamente así porque la élite dirigente nunca cederá voluntariamente su poder. Justamente solo la participación directa en su propia liberación dará a millones de personas la oportunidad de aprender como derrotar el racismo, el sexismo, la homofobia y las divisiones entre países a que el capitalismo nos somete.

Ningún gran líder, político o burócrata puede sustituir a la clase trabajadora luchando por sí misma.

Por supuesto que teniendo en mente esta perspectiva a largo plazo esto no significa, ni por un momento, que los socialistas nos quedaremos cruzados de brazos esperando que venga la revolución.

De hecho, la mayor parte de lo que hacemos es trabajar codo a codo con la gente que, aun no creyendo que el socialismo es posible o deseable, pero que de todas maneras quiere luchar para alcanzar reformas concretas, aquí y ahora.

Hacemos esto por dos razones. Primero queremos unir a todos los que quieren luchar aquí y ahora por un mundo mejor, ya sea tratando de terminar con la guerra, trayendo solidaridad a las huelgas, frenando las ejecuciones y otras tareas. Los socialistas creemos que la unidad de acción es la mejor manera de lograr victorias para estas reformas concretas.

Al mismo tiempo tratamos de convencer a la gente con la que trabajamos juntos, que el único camino para ganar justicia social y económica que perdure y para terminar con la guerra y el racismo es sacarse el capitalismo de encima y reemplazarlo por un sistema socialista basado en la democracia obrera. Necesitamos poner a la gente y sus necesidades antes que las ganancias.

Lo último para decir sobre las ideas socialistas es que no vale una peseta si no se ponen en práctica.

Partiendo que no nos saca el aliento esperar importantes donaciones para nuestro movimiento por parte de Bill Gates, lo único que va en nuestra dirección es organización, es un hecho sencillo que la combinación de nuestros esfuerzos ayuda a amplificar la voz en pos de un cambio radical.

Si bien creemos que solo la acción de masas puede desafiar el poder del sistema, también sabemos que la mayoría de los grandes hechos históricos empezaron por un pequeño núcleo de decididos organizadores.

El asunto no es formar una organización separada del movimiento, sino mas bien juntar nuestros recursos, experiencia y energía para integrar la mayor cantidad de gente que se pueda, y desafiar la influencia política de los medios de comunicación y los políticos del establishment.

Tenemos una larga lucha por delante.

A pesar del horror en Irak, Bush podría llegar a atacar Irán y expandir la guerra. La economía pareciera estar encaminada hacia una recesión lo que significaría terribles sufrimientos. El racismo y el sexismo envenenan nuestra sociedad.

Da la impresión que la cosa ha empezado a cambiar, pero nada ocurre de la noche a la mañana. Cada persona que desee dedicarse a luchar por la paz y la justicia puede hacer una gran diferencia, sobre todo en una época en la que poca gente has dado esos pasos.

Mientras espera que Bush termine su mandato piense que sería bueno que viniera a las reuniones de la ISO, que leyera nuestras publicaciones, que dialogara con nuestros activistas y militantes o que participara con nosotros en las acciones callejeras.

Traducido del inglés por Roberto Platzer

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