Apretado en el supermercado

octubre-noviembre de 2007 | página 4

NICOLE COLSON mira la subida drástica en los precios de comestibles que golpean las familias en los EE.UU.

EN MEDIO del lío hipotecas subprimas, las familias trabajadoras sienten otro golpe de una crisis financiera que, hasta ahora, ha recibido poca noticia por los medios o los políticos: Un marcado aumento en los precios de alimentos que dificulta más que nunca hacer alcanzar el dinero.

Según un informe de Periódicos McClatchy, “Los datos más recientes de inflación del Departamento Laboral mostraron que los precios de los alimentos en EE.UU. subieron por un 4,2 por ciento por los 12 meses que terminan en julio. Pero al ver más profundamente los números, estos revelan que el precio de la leche, los huevos y otras comidas esenciales de la dieta americana están subiendo realmente por dígitos dobles.

“Ya azotado por dos años por el aumento en los precios de gasolina, los consumidores americanos ahora encaran precios que suben vertiginosamente para alimentos de los que no pueden prescindir. Esto hecho poco conocido quizás explique mejor que nada el por qué, a pesar de la estadística de bajo desempleo, los americanos miran con sombrío la economía”.

La Oficina de Estadística Laboral produjo el informe de la inflación para el mes de junio, el cual reveló que más de una docena de alimentos de primera necesidad aumentaron en precio por tasas de dos dígitos el año pasado.

El precio del huevo, por ejemplo, valoró 19,5 por ciento más que en junio de 2006. El precio de la leche subió el 13,3 por ciento en el mismo período y se esperaba que subiera aún más. El pollo aumentó el 10 por ciento; las naranjas, el 19,8 por ciento; y las manzanas el 11,7 por ciento. Los frijoles secos subieron el 11,5 por ciento, y pan blanco por poco crece al índice de dos dígitos, con el precio medio al 9,6 por ciento. En términos generales, el precios de los alimentos están hoy al nivel más alto de los últimos 17 años, después de ajustar para la inflación.

Y seguirá de mal en peor la situación. “Como los precios del crudo permanecen altos, los precios de trigo llegaron a un nivel jamás visto de más de $7,50 la medida para la entrega de diciembre”, informó la revista Economist. “Aparte del trigo, los precios del maíz, del arroz y de la cebada todos han subido por más de un tercio desde 2005.”

Para el mes de julio, el precio de un galón de leche – de costo promedio de $3,80, según el Departamento de Agricultura de EE.UU.(USDA) -- había sobrepasado el costo de un galón de gasolina. En algunas áreas, inclusive mucho del Sur, los precios fueron mucho más altos. Para finales de septiembre, dicen unos expertos, el precio de la leche podría alcanzar $5 por galón en algunas áreas del país.

“Es sumamente costoso cuando uno tiene en un presupuesto”, dijo residente de Georgia Beth Byington al CNN. Byington tiene dos niños pequeños, y la leche en su pueblo ya ha acercado el precio de $5 por galón. “No podemos hacer nada, tenemos que comprar leche”, dijo ella. “Así que a veces nosotros hacemos recortes con otro alimento”.

Nena McLain, residente de Chicago, dijo a USA Today en junio que ella había dejado de comprar carne de res para ella misma y para sus tres niños adolescents. Ha sido difícil de comer sano, con precios de frutas y verduras frescas subiendo rápidamente también. “Es difícil”, McLain dijo. Es gerente de oficina, y su empresa cortó recientemente sus horas de jornada completa a tiempo parcial, lo cual haciendo aún más duro proporcionar los costos más altos de comida.

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EL AUMENTO AGUDO de precios por los alimentos representan malas noticias sobretodo para el 12 por ciento de americanos que viven en casas consideradas “poco seguras de alimentos” -- unas 36 millones de personas pobres y de clase trabajadora, la mitad de ellos niños. Aun ahora pueden pasar un día sin comer nada.

En noviembre, el informe anual del USDA encontró que el número de personas bajo su categoría de “muy baja seguridad de alimento”—las casas en las que “se redujo la cantidad de alimento tomado de algunos miembros de la casa y se interrumpió las pautas normales de comer”—subió en 2005 a 10,8 millones. Ahora el USDA no utiliza el término “hambriento”, lo cual, según los críticos, sirve para disminuir el alcance del problema del hambre en EE.UU.

Alrededor del país, los DISPENSARIOS de alimento (food banks) informan que enfrenan problemas para mantener mercancía disponible -- en parte a causa de precios más altos de los alimentos y también por el aumento de personas que buscan ayuda.

Lisa Hamler-Fugitt, directora ejecutiva de la Asociación de Ohio de Segunda Cosecha Foodbanks, dijo recientemente al periódico Columbus Dispatch que la cantidad de comida donada que tenía disponible para distribuir en el primer trimestre de este año había caído a 9,8 millones de libras, de 10,5 millones para el mismo período el año pasado.

En términos generales, incluyendo los programas federales y estatales y los programas compradores, Segunda Cosecha se encuentra con 2,8 millones de libras de alimento menos, una reducción de 11,5 por ciento.

Aunque en el verano los suministros de comida alcanzan niveles más altos, en la Dispensa de Alimento de RCS en St. Petersburg, Fla., el número de personas hambrientas que buscan ayuda ha aumentado y los donativos han bajado. “Los donativos no se mantienen al ritmo del ingreso de alimentos”, dijo Kathi Trautwein, directora de RCS, al St. Petersburg Times. “Esta situación nos tiene a nosotros en servicios sociales un poco consternados”. En julio 2006, la Dispensa de Alimento de RCS sirvió a 1.613 familias, dijo Trautwein. En julio 2007, el número fue 2.057.

Otra dispensa de alimento de Florida, Volunteer Way Inc., escribió una carta al St. Petersburg Times que informan que “nunca había visto a tantas personas...No podemos mantener suficiente alimento en nuestro almacén”. Como era de esperarse, las dispensas de alimento informan de una subida alarmante de personas quienes buscan ayuda porque perdieron sus hogares al ejecución de una hipoteca por la crisis actual hipotecaria. Los funcionarios notan también que ven un aumento en el número de familias con dos ingresos que buscan ayuda de alimento. “Aún los que no están perdiendo sus hogares se aguantan por los pelos”, dijo Judy Mitchell, la presidenta de Outreach de la Iglesia y la Comunidad.

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NO SE limita la crisis del precio de los alimentos solo a los EE.UU. Como la revista Economist notó, "Están subiendo los precios de los alimentos alrededor del mundo tan rápidamente que se ha inventado un término nuevo para describir esta subida del precio de alimentos de primera necesidad para desayuno y cena: agflación" (inflación agrícola).

En Italia, una organización de consumo declaró un día de “huelga de pastas” para protestar los aumentos del precio que alcanzarían un 25 por ciento. En México este año, 75.000 personas salieron a protestar después de que el precio de tortillas se cuadruplicara.

En la China, el agudo aumento de precios de alimentos impulsó la inflación al 5,6 por ciento en julio. En términos generales, los precios de alimentos de consumo estaban 15,4 por ciento por encima del año pasado, afectando particularmente a los trabajadores no especializados y de bajos ingresos. Representa una subida de 42 por ciento por encima de los precios de alimentos básicos, tal como la carne de cerdo, el año pasado.

Son culpables varios factores, inclusive el aumento en el precio de combustible y la incrementada demanda por la producción de etanol -- que ha hecho subir el precio de maíz a la vez que recorta las reservas. Afecta tanto el área disponible para sembrar otras cosechas como el precio del cebo.

El cambio de utilización de la tierra y de las dietas, especialmente en la China y la India, son también factores, así como el tiempo severo, que ha tenido impacto en la cosecha de naranjas en los EE.UU., en la producción australiana de leche y del trigo canadiense, entre otras cosechas. Según el USDA, se espera que las reservas mundiales de cereales caen al nivel más bajo desde los años setenta.

Pero hay otro factor que nunca se discute: el impulso a la ganancia.

Tomamos un sólo ejemplo: En California en 2003, cuando Hein Hettinga, un ganadero independiente de vacuno de leche, empezó a embotellar su propia leche y venderla a 20 centavos por galón menos que su competencia, “una coalición de industrias lactarias y lecherías gigantescas, junto con sus aliados congresionales, decidió aplastar la iniciativa de Hettinga”, según el Washington Post.

El grupo de presión de la industria lactaria gastó millones de dólares en contribuciones de cabildeo y campaña e hizo tratos con los legisladores como el líder de los demócratas en el Senado, Harry Reid, hasta que el Congreso aprobara el año pasado una ley que parara a Hettinga u otros de vender a precios más baratos que de los productores más grande. Así, aunque un estudio de USDA del año pasado reconociera que el sistema actual de programas de lechería de EE.UU. para establecer los precios en realidad alza el precio de leche para el consumidor.

De hecho, alrededor del globo, hay una superabundancia de alimento. Según World Hunger Notes, la agricultura mundial hoy produce 17 por ciento más calorías por persona de lo que produjo hace 30 años, a pesar de un aumento de población de 70 por ciento. Esta cantidad es suficiente para proporcionar a todos en el mundo entero con una dieta de por lo menos 2.720 calorías por persona por día. Algunos estimados ponen el número aún más alto, en 3.500 calorías.

En vez de eso, se fijan los precios -- y los cereales, los productos lácteos y otros alimentos se dejan pudrirse o son destruidos deliberadamente -- para mantener las altas ganancias.

Para los pobres del mundo, no pueden ser más fatales las consecuencias. El año pasado, más de 2,5 millones de niños bajo la edad de cinco años perecieron por la desnutrición nada más en la Africa sub-Sahara. Al nivel global, más de 5 millones de niños se mueren cada año a causa de la desnutrición -- y con la subida de precios de alimentos, ese número solo se empeorará/irá de mal en peor.

Pero no todos ven el aumento de precios de comida de forma negativa. Para algunos, representa una oportunidad.

El año pasado, por ejemplo, el Banco Deutsche inició el “Fondo DWS Agropecuarios Globales” de $1.6 mil millones para ganar dinero específicamente de “agflación”. Bill Barbour, un director de inversión para el fondo, se jactó al Age de Australia que el Fondo DWS había recaudado $14 millones de inversionistas locales en menos de un año. Las unidades del fondo habían subido cuatro veces más rápido que otras inversiones. “Precios más altos para los alimentos son inevitables en todo el mundo; estamos en LAS MIELES??”, dijo él.

Como comentó el sitio de red de inversión ThisIsMoney.co.uk, “Mientras [el aumento en los precios] pueden ser malas noticias para consumidores, podría señalar una cosecha provechosa para los inversionistas”.

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