La vergonzosa redada de Postville

Por Tom Lewis | junio-julio de 2008

CADA VEZ que ICE anda acorralando a personas decentes como si fuesen criminales me da vergüenza ser ciudadano estadounidense. La política de perseguir a la gente sencilla y trabajadora que viene de países vecinos en busca de empleo no tiene justificación alguna--ni económica, ni moral.

No tiene justificación económica porque los inmigrantes hispanos--tanto los indocumentados como los documentados--aportan más a la economía estadounidense de lo que reciben en forma de beneficios sociales.

No tiene justificación moral porque las empresas y los gerentes que emplean a los indocumentados se hacen ricos al explotar su fuerza de trabajo.

Y nadie tiene el derecho de aniquilar a las familias--de condenar a esposos/as, padres e hijos, madres solteras, compañeros/as y sus críos, a la precariedad, la miseria, y la soledad.

La realidad es que los ciudadanos estadounidenses nativos necesitamos a los inmigrantes hispanos indocumentados. Su trabajo, su idioma, sus experiencias y sus culturas nos enriquecen la vida y la sociedad que compartimos todos.

Los verdaderos propósitos de la sucia política que representan las redadas de ICE no son otros que (1) sembrar el terror entre las comunidades inmigrantes para mantenerlas desorganizadas y (2) engendrar más racismo y chauvinismo entre la población de ciudadanos nativos.

Así los gobernantes piensan preparar el terreno ideológico para una masiva operación de detención y deportación de cientos de miles, si no de millones, de trabajadores y trabajadoras indocumentados en el futuro.

Esa operación "Endgame," o "Fin de juego," es el plan del Departamento de Homeland Security de expulsar del país a todos los indocumentados antes de 2012. En conjunto con las varias propuestas para crear un nuevo programa de "guest workers," o "trabajadores temporales," "Endgame" es esencialmente una nueva versión de la infame "Operation Wetback."

Como "Wetback," "Endgame" propone eliminar a todos los indocumentados posibles y someter a los que restan o entran el país nuevamente a un sistema de control y vigilancia draconianos.

Los derechos de los trabajadores temporales serían casi inexistentes en el mundo laboral. Por ejemplo, su permanencia en el país dependería de la buena voluntad de sus patrones, así erigiendo un obstáculo formidable a la sindicalización.

Los oficiales de la ICE intentan tachar de criminales a la gran mayoría de los 389 hispanos arrestados en Postville. Dicen que los trabajadores habían "robado identidades" al usar números de seguridad social falsos. Dicen que algunos posiblemente son terroristas.

Pero aquí no hay crimen. Lo que hay es hambre, ganas de trabajar, y el deseo de crear una vida mejor.

La próxima vez que los agentes de la ICE decidan visitar Postville, o cualquier lugar de trabajo donde se encuentren los indocumentados, deben llevar consigo números de seguridad social verdaderos y otorgarlos a los inmigrantes--¡gratis!

Ese día sí recobraré mi orgullo de ser ciudadano.

Tom Lewis es catedrático de literaturas y culturas hispánicas en la Universidad de Iowa.

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