El atolladero empeora

Por Nicole Colson | junio-septiembre de 2010

LA CARRERA militar del General Stanley McChrystal sufrió un gran revés a finales de junio cuando sus mordaces comentarios acerca de la guerra en Afganistán y figuras centrales de la administración Obama aparecieron publicados en un artículo de la revista Rolling Stone titulado "El General a la deriva". Barack Obama rápidamente despidió al general de su puesto como comandante de las fuerzas de EE.UU. en Afganistán.

McChrystal y algunos de sus principales colaboradores, quienes quedaron varados en París en abril como consecuencia de la erupción del volcán Eyjafjallajökull en Islandia, hablaron con el reportero Michael Hastings, revelando su repulsión y desprecio hacia distintos miembros de la administración Obama, incluyendo el presidente.

De acuerdo a uno de los asistentes de McChrystal, la primera vez que Obama se reunió con el general frente a frente: "Fue una sesión fotográfica de 10 minutos. Sin lugar a dudas, Obama no sabía nada de él, quién era él. Este es el tipo que va a ejecutar su jodida guerra, pero no parecía muy comprometido. El Jefe [McChrystal] quedó muy decepcionado".

En su resumen, Hastings describe la actitud prevaleciente: "[E]n privado, al equipo McChrystal le gusta hablar mierda sobre muchos de los principales gentes de Obama".

La verborrea de McChrystal no es nueva. El año pasado, él básicamente desafió a Obama a no darle las tropas que él solicitó, como parte de la estrategia contra-insurgente que promovía --un aumento de tropas junto con un programa de contra-inteligencia para supuestamente ganar los "corazones y mentes" de los afganos, aislando al-Qaeda y fortaleciendo el gobierno y el ejército afgano, para que tomaran las riendas.

Obama cedió, así aumentando el número total de tropas de EE.UU. en Afganistán a 100.000.

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A PESAR del furor de los analistas liberales y conservadores sobre las "inapropiados" dichos de McChrystal, la cuestión a fondo no debieran ser estos burdos comentarios.

En primer lugar, Obama tomó la oportunidad ofrecida por el escándalo para aparecer "decisivo" y "presidencial". Un comentario típico fue el de la columnista del Washington Post Dana Milbank, quien escribió que el despido de McChrystal y su sustitución por el general David Petraeus fue una "rara" pero bienvenida ocasión para Obama: "El comandante en jefe está al mando".

Tampoco es una sorpresa la habilidad de McChrystal para meter la pata. Como señaló Hastings: "Cuando el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, hizo su infame observación 'las cosas pasan' durante el saqueo de Bagdad, McChrystal lo respaldó. Unos días más tarde, se hizo parte del disparatado "Misión Cumplida" del presidente [Bush], al repetir en que las grandes operaciones de combate en Irak habían terminado".

Además, McChrystal estuvo directamente implicado en encubrir la muerte a "fuego amigo" del ex-jugador de la NFL, hecho soldado, Pat Tillman, como el periodista deportivo Dave Zirin y otros han señalado.

Lo que pierden de vista la mayoría de los expertos es la verdad más profunda del artículo de Hastings. Expone el hecho de que la guerra en Afganistán no sólo no va tan bien como nos han dicho repetidas veces, sino que cada vez más hasta los mismos involucrados militares reconocen que es fundamentalmente "imposible de ganar".

Citando a un asesor de McChrystal, Hastings escribió: "Si los estadounidenses tomaran distancia y comenzaran a prestar atención a esta guerra, sería incluso menos popular". Considerando que la mayoría de la gente en EE.UU. ya está en contra de lo que se ha convertido en la guerra más larga en la historia del país, esta es una declaración reveladora.

Según una reciente encuesta de Rasmussen, mientras que la mayoría de los posibles votantes aprueban el despido de McChrystal, sólo un 41 por ciento " cree que es posible para Estados Unidos ganar la guerra de casi nueve años en Afganistán". Casi la mitad, 48 por ciento, dice que poner fin a la guerra en Afganistán es más importante que ganarla. Mientras tanto, el 53 por ciento de los encuestados en Newsweek dice que desaprueba la forma en que Obama administra la guerra --contra apenas 27 por ciento en febrero.

McChrystal mismo fue tajante en su evaluación de la guerra. Refiriéndose a "la mayor operación militar del año --una feroz ofensiva que comenzó en febrero para retomar la ciudad sureña de Marja", escribió Hastings, McChrystal llamó la batalla una "úlcera abierta".

En eso el general tiene la razón. La reportera Laura King del Los Angeles Times informó recientemente que la ofensiva de cuatro meses en Marja no ha logrado ganar los "corazones y mentes" de los afganos. Al contrario, incluso los panaderos en la ciudad han cerrado [sus negocios] después de haber sido amenazado por los talibanes para que no presten ayuda a los estadounidenses.

"Por ahora", escribió King, "Marja, en la provincia estratégica de Helmand, está supuesta a ser el mejor ejemplo de lo que puede lograr la sabia combinación del poderío militar occidental y un aumento gradual de los servicios del gobierno afgano. En su lugar, se ha convertido en una precaución".

Mientras tanto, la idea de que un gobierno central, y presidente Hamid Karzai, asuma la responsabilidad de la guerra en julio de 2011 (antes de que Obama va a la reelección) es risible entre los analistas más serios. El propio Karzai ha señalado repetidamente que está abierto a la negociación con los talibanes, posiblemente como parte de un acuerdo mediado por Pakistán.

Aunque negados por funcionarios estadounidenses y pakistaníes, informes recientes sugieren que Karzai se ha reunido cara a cara con Sirajuddin Haqqani, un líder insurgente aliado a al-Qaeda, en charlas que incluyeron al jefe del ejército paquistaní, el General Ashfaq Kayani, y al jefe de los servicios de inteligencia, General Shuja Pasha. Según los reportes, Karzai habría estado dispuesto a ofrecer a Haqani un acuerdo para compartir el poder en Kabul.

Como Leon Panetta, director de la CIA, lo admitió a This Week, de la cadena ABC: "No hemos visto prueba alguna de que estén verdaderamente interesados en la reconciliación, rindiendo sus armas, denunciando a al-Qaeda y de verdad tratando de formar parte de esa sociedad. Mi opinión es que.. a menos que estén convencidos de que EE.UU. va a ganar y que ellos serán derrotados, es muy difícil proceder a una reconciliación significativa".

Sin embargo, según Hastings y otros, eso es cada vez más improbable. Mientras tanto, la estrategia de McChrystal de "ganarse los corazones y las mentes" no parece estar cambiando nada en realidad. Hastings escribe: "Incluso aquellos que apoyan a McChrystal...saben que todo lo que logre el general en Afganistán va a parecerse más a Vietnam que a la Tormenta del Desierto [Irak, 1991]".

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PERO ESTA evaluación no está en línea con lo que el Pentágono y la administración Obama tratan de vender. Así, luego del despido de McChrystal, los líderes militares se apresuraron a defender el "progreso" en Afganistán.

En una conferencia de prensa, el Secretario de Defensa, Robert Gates, desestimó informes de la prensa y dijo que la misión en Afganistán era "difícil pero no imposible". "No creo que estamos empantanados", dijo, empleando el lenguaje utilizado durante la guerra de Vietnam. "Creo que estamos progresando. Es más lento y más difícil de lo que esperábamos".

Gates aseguró a la prensa que la administración Obama sigue estando tan comprometida con la guerra como siempre. "Nadie -sean adversarios o amigos, ni mucho menos nuestras tropas-- debe malinterpretar estos cambios de personal como un debilitamiento del compromiso de este gobierno con la misión en Afganistán", dijo Gates. "Seguimos comprometidos con esta misión y la estrategia integral cívico-militar ordenada por el presidente para lograr nuestros objetivos".

Acto seguido, como Nancy Pelosi lo había prometido a la administración, la Casa de Representantes aprobó $37 mil millones adicionales en gastos de guerra suplementarios antes del receso del Cuatro de Julio. Muchos senadores rechazan votar por la legislación, no por pacifistas, sino porque la legislación incluye dineros para educación y salud. Estos fueron puestos ahí para dar justificación a los liberales en la cámara baja a votar por la medida.

La guerra en Afganistán es ahora la guerra de Obama, y él es el responsable de cada nueva baja entre los afganos o las tropas invasoras.

La ironía del despido de McChrystal es que uno de los factores que provocó la insatisfacción con su mando entre las tropas estadounidenses fue su aplicación de estrictas reglas de intervención para las fuerzas de EE.UU. Con el fin de limitar las víctimas civiles, el general prohibió que las tropas dispararan a menos que fueran blanco de disparos. También prohibió llevar a cabo ataques de bomba o de artillería cuando civiles se encontraran cerca de un objetivo.

Como uno de sus primeros actos como comandante de las fuerzas de EE.UU. en Afganistán, según se informa, general Petraeus flexibilizó las reglas de combate "para hacer más fácil a las tropas de EE.UU. entrar en combate con el enemigo".

La promoción por parte de McChrystal de un compromiso estadounidense a gran escala y a largo plazo en Afganistán no encaja con la estrategia política de la administración Obama, sobre todo estado tan cerca de la campaña por la reelección en el 2010. Así, con la salida de McChrystal se especula que la administración puede recurrir a un plan similar a "la oleada alternativa" de Joe Biden --incluyendo mayor presencia de tropas, combate más intenso con las fuerzas enemigas y mayor uso de aviones tripulados a remoto, con el (eventual) propósito final de reducir las fuerzas de estadounidenses.

"En lugar de comenzar a retirar las tropas el próximo año, como Obama había prometido, los militares esperan redoblar su campaña de contrainsurgencia", según Hastings, quien citó a un funcionario militar de alto rango: "Existe la posibilidad de que pidamos más tropas para el próximo verano".

En otras palabras, el fin de la la guerra en Afganistán no está cerca --como la administración Obama lo ha dejado muy claro. Como Hastings escribe: "Los hechos de la realidad, como la historia lo ha demostrado, ofrecen poca disuasión a un militar decidido a mantener el rumbo".

Y eso significa un desastre para el pueblo de Afganistán--y para el resto de nosotros.

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