Obama se sube al vagón de los recortes

febrero-marzo de 2011

AMPUTE A la altura de la rodilla. Ampute a la altura de la cadera. O simplemente clave un cuchillo en el corazón del paciente. Así lucen los recortes presupuestarios y las medidas de austeridad discutidos por los legisladores federales y estatales.

Estas medidas, las que políticos de ambos partidos aprueban, incrementarán el sufrimiento de millones de personas. A ningún político se le ocurre proponer alternativas basadas en más impuesto para las corporaciones o en terminar las guerras en Afganistán e Irak. Ninguno se atreve a plantear medidas que hagan innecesaria la catástrofe de los recortes presupuestarios --ni a traer un bocado de justicia en una sociedad donde los ricos y poderosos se hacen mucho más ricos y poderosos.

Para ambos partidos, como dijo al New York Times un funcionario anónimo de la administración Obama: "El debate en Washington no es si debemos cortar o gastar. Ambos estamos de acuerdo en cortar. La cuestión es cómo y qué cortamos."

A mediados de febrero, el presidente Barack Obama dio a conocer su presupuesto para el 2012. Su propuesta borró toda duda de que él también está totalmente a bordo del tren de los recortes. Sus defensores insisten en que el presidente nos está protegiendo de los recortes más salvajes propuestos por la derecha, pero como dijera Malcolm X en una oportunidad: "Tu no le ensartas un cuchillo nueve pulgadas en la espalda de un hombre, y luego retiras seis pulgadas para decir que estamos haciendo progreso".

El desafío al presupuesto carnicero sólo vendrá desde afuera de la clase política. Por eso es alentador haber observado la valiente, furiosa y solidaria respuesta de los trabajadores y estudiantes en Wisconsin contra los planes anti-obreros del gobernador Scott Walker.

La lucha para detener los recortes no será ganada un día para otro, pero comienza con protestas como las de Wisconsin. Además, hoy podemos continuar a sabiendas, luego de ver primero en Europa y luego, aún más espectacular, en el Medio Oriente, que nuestros gobernantes pueden ser parados.

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SI HUBO alguno que pensó que la referencia a amputaciones al comienzo de esta editorial fue exagerada, echemos un vistazo más de cerca a los recortes que los legisladores están proponiendo.

En Wisconsin, la propuesta de ley para "reparar el presupuesto" del gobernador republicano Scott Walker, incluye hacer pagar a los empleados públicos el 12.6 por ciento de su seguro de salud, y un ataque al derecho a la negociación colectiva de los sindicatos del sector público, haciendo --entre otras cosas-- que los trabajadores sindicalizados tengan que votar cada año para "recertificar" a sus unidades de negociación.

Para subrayar su amenaza, el hombre que los manifestantes ahora llaman "Hosni Walker" intentó intimidar a los manifestantes con sacar a la Guardia Nacional si los trabajadores públicos estatales toman medidas para defender sus sindicatos.

Pero entre los gobernadores, Walker podrá ser el más extremo, por ahora, pero no el único. Arnold Schwarzenegger, el gobernador de California, presidió sobre gigantescos recortes e impuso feriados sin pago a los trabajadores estatales, y, cuando no pudo llegar a un acuerdo con los legisladores demócratas el verano pasado, amenazó con reducir unilateralmente los salarios de todos los trabajadores estatales al mínimo federal.

Su sucesor, el nuevo gobernador demócrata Jerry Brown, ha propuesto un presupuesto que recorta el gasto en $12,8 mil millones y extiende por 18 meses el aumento de impuestos regresivos, con un valor de $12 mil millones.

Por los últimos dos años, lo peor de las medidas de austeridad vinieron de los gobiernos estatales y locales, porque a diferencia del gobierno federal, estos organismos, por ley, no pueden correr déficits.

Pero en Washington, después que los republicanos tomaron la cámara baja, la fiebre por el recorte presupuestario subió y el déficit del gobierno federal se ha convertido en el favorito blanco de los todos los políticos. De acuerdo al representante Paul Ryan, republicano y moderador del Comité de Presupuesto de la Casa de Representantes: "La mayor amenaza para nuestro país y nuestra economía es nuestra deuda".

No el hambre. No la pobreza, no la guerra, ni la catástrofe ambiental, sino que la deuda.

Obama mismo nunca fue el socialista derrochador que sus oponentes republicanos afirmaban; incluso al pasar el enorme estímulo de $787 miles de millones en los primeros meses de su presidencia, él estaba predicando sobre la necesidad de sacrificio y de apretarse el cinturón.

Pero el nuevo presupuesto de la Casa Blanca es un inconfundible paso en el camino de la austeridad. La propuesta para el año fiscal 2012 recortaría $1,100,000,000,000 en 10 años, la mayor parte en fondos discrecionales no vinculados a la seguridad --el pedazo del pastel presupuestario que no incluye el Pentágono y la Seguridad Nacional, y (al menos por ahora) el Seguro Social y los programas de Medicare y Medicaid.

Estos recortes serán devastadores y potencialmente mortales. Por ejemplo, la administración quiere reducir a la mitad un programa que ayuda para pagar la calefacción en 8.9 millones de hogares. En la misma semana en que esto fue propuesto, un hombre en Chicago fue hallado muerto congelado en su casa. Historias como esta sólo se multiplicarán si la Casa Blanca se sale con la suya.

En los próximos 10 años, el gobierno quiere quitar $100 mil millones del programa de becas Pell, mediante la eliminación de las subvenciones para las clases de verano y requiriendo de los estudiantes graduados iniciar de inmediato la acumulación de intereses por sus préstamos. Así es como Obama muestra su compromiso con la educación superior que tanto vociferó en su discurso en enero.

Por supuesto, Obama también propone un par de cosas que los republicanos odiarán. Por ejemplo, la administración quiere poner fin a cerca de $4 mil millones anuales en subsidios federales para las compañías petroleras y de gas. Pero la pregunta que cualquier persona que tiene que llenar su carro con gasolina se hará es: ¿Recién ahora le piden este pequeño sacrificio a los gigantes del petróleo?

Pero incluso antes de que el presupuesto para el año 2012 sea aprobado, los republicanos quieren reducir $60 mil millones del año fiscal en curso --el último Congreso nunca aprobó un presupuesto definitivo. Las propuestas republicanas son tan barbáricas como era de esperar: mil millones dólares de un programa para la alimentación complementaria de madres embarazadas, disminuir aún más las becas Pell, y eliminar los fondos para la Radio Pública Nacional y la Corporación para la Difusión Pública.

Sin un presupuesto aprobado para el año fiscal en curso, el gobierno está siendo financiado por leyes de gastos parciales, y la última expiró el 4 de marzo y un acuerdo entre los republicanos y la Casa Blanca evitó el cierre del gobierno... por dos semanas más. Los líderes republicanos dicen que quieren sus recortes para entonces, o si no... -una repetición de 1995, cuando los "revolucionarios republicanos" de Newt Gingrich dejaron que el gobierno cerrara en lugar de aceptar un acuerdo con la Casa Blanca de Bill Clinton.

Pero en lugar de denunciar a los republicanos como extorsionistas y de proponer alternativas que defiendan los programas que la clase obrera necesita, ¿de qué hablan los demócratas? "Estamos dispuestos a encontrarnos con los republicanos en el medio con respecto al gasto", dijo el senador Chuck Schumer. Los demócratas, por supuesto, hablan de compromiso.

En parte, los demócratas están cínicamente deseando que los republicanos corran desenfrenados. A mediados de la década de 1990, Newt Gingrich se convirtió rápidamente en el hombre más odiado en la política nacional y los republicanos enfrentaron un culatazo por haber cerrado el gobierno.

Pero hay una dinámica al comportamiento de los demócratas que va más allá de los cálculos electorales. A lo largo de la presidencia de Obama, los demócratas han estado "dispuestos a encontrar con los republicanos en el medio", permitiendo a los republicanos tirar el "centro" más hacia la derecha.

Así, el año pasado, Obama y los demócratas prometieron derogar la rebaja de impuestos que Bush dio al 2 por ciento más rico. Pero cuando los republicanos se negaron, en vez de forzarles la mano, los demócratas dejaron el tema para la sesión post elecciones, cuando la derecha tenía todo el impulso que el triunfo electoral les dio. Al final, Obama declaró victoria cuando el Congreso aprobó un proyecto de ley extendiendo la bonanza de impuestos para los súper ricos.

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EL FIASCO de la extensión de la rebaja de impuestos de Bush nos lleva a otro punto. Incluso si los republicanos logran recortar $60 mil millones al gasto para el año fiscal en curso, esto es sólo una pequeña fracción del déficit federal, que es previsto en más de $1,6 millón de millones de dólares para cuando el año fiscal termine el 30 de septiembre.

Si los republicanos realmente se preocuparan por el déficit, deberían entonces anular la prórroga de las exenciones impositivas de Bush, cuya continuación por dos años más costará $675,2 mil millones en la próxima década, según un informe de la Encuesta de Investigación del Congreso.

Este es el escándalo oculto-a-plena-vista acerca de la austeridad bipartidista: El déficit que los políticos están tan decididos a luchar es más el resultado del regalo impositivo de Bush a los ricos, el que ellos acaban de extender, que de los programas sociales que Barack Obama o Paul Ryan quieren cortar.

Y luego está el otro elefante blanco en la sala, el Pentágono opera cada año con casi lo mismo que todos los demás ejércitos del mundo, combinados. El gasto del Pentágono en la propuesta de Obama llega a $553 mil millones dólares, alrededor de $13 mil millones menos de lo que el Departamento de Defensa esperaba para el 2012. Sin embargo, la máquina de guerra de Estados Unidos obtendrá un aumento del 3 por ciento de su financiación por el reajuste a la inflación del 2011.

La hipocresía de los republicanos sobre el déficit no puede ser más clara. Están listos a cortar y quemar el 12 por ciento del presupuesto discrecional federal, pero si se trata del presupuesto del Pentágono, los republicanos quieren más gasto, no menos --aparte de ser los primeros en proponer más recortes de impuestos para los ricos y las corporaciones estadounidenses.

Pero Barack Obama no es nada mejor. Él afirma que quiere derogar las exenciones de impuestos de Bush, pero ya cedió una vez, y no hay razón para creer no lo hará otra vez en dos años, sobre todo con sus propia re-elecciones en la mira.

De hecho, Obama ha hecho todo lo posible para satisfacer a las corporaciones estadounidenses en su camino a la reelección. "Por los próximos dos años", escribió el autor Charles Ferguson, "un número está por encima de todos los demás: $1 mil millones. Eso es lo que la campaña electoral del presidente va a costar. La verdadera audiencia del presupuesto propuesto [por Obama] es Wall Street, no los votantes, y no, por cierto, el movimiento popular que lo eligió".

La brecha entre el debate político en Washington DC y lo que la gente ordinaria piensa y quiere sigue creciendo. Las encuestas de opinión muestran que a pesar del tamborileo bipartidista sobre del déficit, la mayoría de la gente quiere más gasto público, no menos, en una amplia gama de cuestiones, desde la educación al Medicare, a más trabajos y ayuda a los desempleados. En una encuesta de Pew, el 44 por ciento de las personas dijo que la crisis de empleos debe ser una preocupación mayor para el gobierno, en comparación con sólo el 19 por ciento que mencionó el déficit.

Ese sentimiento tiene que ser traído a los políticos a nivel federal y estatal. Las grandes protestas en Wisconsin muestran que eso es posible. Luchas como éstas tienen la posibilidad de presentar una alternativa real al recorte presupuestario y poner los intereses de los trabajadores por delante de la América Corporativa y la elite política de ambos partidos.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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