EDITORIAL
Horrores garantizados

abril y mayo de 2012 | página 2

LA ÚNICA manera de detener la matanza de los hermanos y hermanas afganos es poniendo fin a la ocupación.

DIECISÉIS CIVILES afganos desarmados fueron masacrados por la escalofriante realidad de la saña imperialista en Afganistán, cometida por un soldado estadounidense a la sombra de la noche.

Esta última tragedia revela la barbarie que la maquinaria de guerra estadounidense es capaz de infligir; venga de un bien armado soldado, desquiciado por la guerra, o de los mucho más crueles métodos "clínicos" diseñados por el Pentágono--por ejemplo, los ataques tripulados a remoto.

Barack Obama, inmediatamente ofreció su remordimiento por la atrocidad, afirmando que "Estados Unidos toma esto tan seriamente como si nuestros propios ciudadanos y nuestros propios hijos fueran los asesinados... No es lo que somos como país, y no representa nuestras fuerzas armadas".

Pero si hay algo que el pueblo afgano ha aprendido en una década de invasión es que muerte y caos es precisamente lo que la ocupación militar extranjera de Afganistán representa.

La promesa de que la ocupación de la OTAN liberaría a los afganos de la tiranía política, liberaría a sus mujeres y reconstruiría el país, probó ser vacua hace mucho tiempo, recordándonos que la protección de los intereses imperiales de EE.UU. en la región ha significado sólo desastre para el pueblo afgano.

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LA NOCHE del 11 de marzo, Robert Bales, un sargento norteamericano de 38 años de edad, de la 3 Brigada Stryker abandonó su campamento Belambay, en Panjwai, a unos 20 kilómetros al oeste de la ciudad de Kandahar, y caminó una milla al sur de la aldea de Balandi, donde entró en una casa.

Luego, los vecinos escucharon los gritos, la balacera y una explosión producidos por el soldado que persiguió, disparó y apuñaló a mujeres y niños, poniendo en llamas algunos de sus cuerpos. El soldado viró al norte a otra aldea, y atacó a dos casas más. Después de volver a la base, al parecer, él mismo se entregó.

Los medios establecidos preguntaron sorprendidos cómo tal horrible crimen pudo haber sido cometido por un soldado de EE.UU.; además sugirieron que el sargento Bales debía haber sufrido un colapso mental. Aunque los detalles son escasos, el soldado es un veterano con 11 años de guerra, con tres turnos en Irak, más el actual, en Kandahar. Un reporte señala una lesión cerebral traumática sufrida en su última gira en Irak.

"No había Talibán aquí. Ningún tiroteo estaba pasando," dijo una mujer a MSNBC, tratando de explicar como el soldado extranjero llegó y mató a su inocente familia. "¿Disfrutó de matar civiles?".

Sea lo que haya sido que motivó al sargento, los medios se equivocan en interpretar el crimen como un hecho aislado. Crímenes de guerra y masacres, similares y peores, han sido la norma, no la excepción, durante las ocupaciones de Afganistán e Irak desde el 2001.

En el 2009, unos 12 soldados Stryker de la 5ª Brigada estuvieron involucrados en la "muerte por deporte" de tres civiles afganos, o en su encubrimiento. Sólo cuatro fueron declarados culpables de delito alguno. En su corte marcial, el acusado de mayor rango, el sargento Calvin Gibbs, describió como cortaron los dedos y arrancaron los dientes de sus víctimas como trofeos de guerra, "como quedarse con las astas del ciervo que mataste".

Esta es guerra en su más clara realidad--la total deshumanización de los afganos a los ojos de sus supuestos "libertadores".

En el año 2010, el general Stanley McChrystal, previo responsable de las operaciones militares en Afganistán, dejo escapar una inusualmente franca evaluación de la ocupación:

Hemos balaceado a un asombroso número de gente y muerto a un número, y que yo sepa, ninguno fue demostrado ser una real amenaza para la fuerza... Que yo sepa, en los más de nueve meses que he estado aquí, ningún caso en que hemos escalado..., y herido a alguien, ha resultado en un vehículo con una bomba suicida u otras armas, y en muchos casos con familias dentro.

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LOS INCIDENTES exponiendo una actitud racista y cruel entre las tropas estadounidenses se amontonan. El mes pasado, la quema del Corán por parte de militares norteamericanos provocó furiosas protestas en todo Afganistán, provocando un aumento en la muertes de tropa de EE.UU. y la OTAN. En enero, surgió un vídeo que mostró como Marines de EE.UU. orinaban sobre los cadáveres de varios afganos.

El odio a EE.UU. y sus fuerzas de ocupación ha llegado a una nueva cima--y por justas razones. Mas al escuchar al secretario de Defensa, Leon Panetta, y pareciera que EE.UU. es la víctima. "Hemos pasado por una serie de difíciles situaciones en estas últimas semanas en Afganistán", dijo Panetta, después de la masacre. "Parece que somos puestos a prueba casi todos los días".

Pero el pueblo afgano es el que ha sido puesto a prueba todos los días durante los últimos 10 años--el continuo bombardeo, la brutalidad de las operaciones militares, y la represión y corrupción del Estado puesto por los ocupantes.

Actualmente, hay 91.000 soldados americanos en Afganistán. La administración Obama planea reducir a 68.000 para finales de año, avanzando así hacia una propuesta retirada de tropas para el 2014.

Pero si una vez que la guerra "termina", esto no habrá sido todo. La burguesía gringa maniobra para mantener una presencia militar en Afganistán por muchos años, como su base de apoyo imperial en una región crucial.

Como era de esperarse, al mismo tiempo que condenó la masacre, Obama argumentó en contra de que EE.UU "se apure por salir". Los asesinatos, dijo él, muestran "la importancia para nosotros de transitar de acuerdo con mi plan para que los afganos tomen más iniciativa por su propia seguridad, y nosotros podamos comenzar a recibir nuestras tropas en casa".

Así. La realidad puesta de cabeza.

Desde que comenzó hace más de 10 años, los líderes de ambos partidos han hablado de Afganistán como una "guerra justa" que liberaría al pueblo afgano del oscurantismo talibán. Pero en realidad, EE.UU. ha lidiado una brutal embestida en la que civiles han sido sacrificados, y los derechos civiles y humanos de los afganos pisoteados.

La hipocresía de Obama es obvia. El Nobel de la Paz y presidente podrá condenar la masacre, pero parece pensar que dejar caer bombas sobre civiles desarmados, con aviones autómatas--práctica militar estándar y mucho más mortífera en sus consecuencias--es de alguna manera mejor que disparar a quemarropa.

Mientras tanto, la máquina de guerra de EE.UU. continúa pagando con sus propios soldados, enfrentados a sucesivos y largos turnos, con problemas de salud física y mental sin tratamiento.

La Base Conjunta Lewis-McChord en el estado de Washington, la base del sargento Bales, fue declarada por Stars and Stripes "la más problemática" de todas en la fuerza militar en el 2010. El año pasado, 12 soldados de Fort Lewis, cometieron suicidio, un número récor, y los soldados involucrados con el asesinato de tres civiles afganos por "deporte", también tenían su base ahí.

De acuerdo con Jorge González, director ejecutivo de GI Voice, quién dirige el centro de recursos para los soldados Coffee Strong, cerca de Fort Lewis, la base:

ha producido un Kill Team, una epidemia de suicidios, la negación del tratamiento por trastorno de estrés postraumático, la negación de los derechos humanos en el bergantín, más abuso conyugal y una hija torturada, asesinatos de civiles (incluyendo un guardabosques), un aumento de delitos sexuales, de abuso de drogas, DUI, tiroteos policiales contra GIs, violencia policíaca contra manifestantes, el trato diferenciado a los GIs, y mucho más. Estos abusos no se deben a unas pocas manzanas podridas, sino a la deshumanización sistemática de soldados y civiles, tanto en países ocupados como en casa.

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LA ÚNICA manera de evitar más masacres es terminando la guerra y la ocupación. El gobierno afirma que está en buen camino para ponerle fin, pero no hay tal cosa como un cronograma "responsable" para la retirada de las tropas. Cada día que los soldados americanos permanecen en Afganistán es un día en que el pueblo obrero afgano no puede auto-determinar su propio destino.

Aquí en Estados Unidos, la mejor manera de apoyar al pueblo obrero afgano es oponiéndose a la guerra y a la ocupación--construyendo oposición, y protestando eventos bélicos como la Cumbre de la OTAN este mayo en Chicago. Con su prontuario político de guerra en Afganistán, nadie debiera comprar la bulla de que los demócratas merecen el voto "pacifista" en noviembre. Como antes, "¡Tropas afuera ahora!" debe ser nuestro llamado.

El veterano activista anti-bélico y autor Tariq Ali, lo explicó así:

En la mayoría de las guerras coloniales, la gente es arrestada, torturada y asesinada al azar. Ni siquiera una fachada de legalidad se considera necesaria. El "solitario" pistolero americano que masacró inocentes en Afganistán... está lejos de ser una excepción. [Él] es un sargento en el ejército de Estados Unidos. Él no es el primero, ni será él último en matar así...

Difícilmente es un secreto que la mayoría de los afganos se opone a la ocupación de su país. Los soldados de la ocupación están muy conscientes de ello. El "enemigo" no está oculto. Es el público. Así que barrer con mujeres y niños es parte de la guerra. Helicópteros artillados, bombarderos y aviones no tripulados son asesinos más eficaces que un "solitario" pistolero.

¿Qué hacer? ¡Fuera. Ahora! Estas guerras deshumanizan al "enemigo" y también a los soldados y ciudadanos de las naciones guerreras.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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